¿Existen fórmulas mágicas para mejorar en el aprendizaje de las Artes Marciales?
Desde que el hombre es hombre ha dedicado sus esfuerzos a buscar atajos que hagan más rápido y efectivo su camino hacia los objetivos o presas que persigue. Si por fórmulas mágicas entendemos aquellas que sin más te hacen mejorar las respuestas, por supuesto que no. Reza el refrán que "no hay atajo sin trabajo" y ésta es una verdad universal. Si por mágico entendemos aquello que nos permite saltar de plano, avanzar por las laderas acortando el camino hacia la cumbre, la respuesta es Sí, por supuesto.
Cada paso evolutivo ha tenido, sin embargo, un precio que pagar, cuando escoges algo siempre es mucho lo que se deja atrás y de lado. Pero ésta es la aventura del vivir, el reto del Ser humano.
Muchos Maestros indican que el gozo está en el camino, no en la cumbre. Se puede, empero, disfrutar del placer de las vías alternativas en nuestro sendero y, desde luego, la cumbre siempre es la cumbre, si bien ésta posee significados muy diversos según quien la corone. Me explico: para unos la cumbre puede ser alcanzar la invencibilidad, para otros ser capaz de derrotar a los demás (¡qué no es lo mismo!), para los menos trascender el propio combate, ir más allá de lo dual.
En este contexto la técnica es una herramienta indispensable para todo estudiante. Ella es en sí misma un atajo para alcanzar la excelencia, pero es en la forma de utilizarla donde encontraremos las claves ocultas que darán mayor eficacia a vuestro entrenamiento.
1. Interioriza el movimiento
Cuando comenzamos a practicar todos los estudiantes pasamos por un etapa de desconcierto. El cuerpo parece no responder a la mente; emulamos los movimientos que nos enseñan, movemos brazos y piernas pensando que hacemos lo mismo que los demás… pero el espejo se empeña en desmentirnos. Durante el proceso de aprendizaje básico dividimos (o nos los explican así) los movimientos para irlos dominando paso a paso y, poco a poco, vamos haciéndonos con ellos. Juntamos las letras para hacer palabras y luego terminamos haciendo frases, hasta que por fin podemos escribir un libro. Uno de los trucos más efectivos durante estas etapas es el de aprender a interiorizar el movimiento. Para llevar a efecto tal cosa uno debe aprender a entrenar en solitario repitiendo las técnicas con los ojos cerrados. Y es que los seres humanos somos grandes dependientes de nuestro sentido de la vista para todo. Al anularlo repetidamente conseguimos identificar sensaciones que, de otro modo, tardarán mucho en integrarse en el conjunto de señales que maneja el cerebro para controlar el movimiento.Cuando un ataque de puño sale, genera una serie de roces, de angulaciones del tronco y las caderas que dan mayor o menor eficacia a su aplicación. En la pelea cuerpo a cuerpo el sentido del tacto es esencial pues uno puede no percibir visualmente qué hace el contrario mientras los cuerpos están entrelazados. Un pequeño cambio del peso puede anticipar la siguiente entrada en Judo, tanto como una mirada telegrafiar el siguiente ataque en Karate.
Sentir el movimiento no es sólo visualizarlo, sino realizarlo a la par que integramos las sensaciones que lo acompañan. Esa información crea conductos dentro del trazado de nuestro sistema nervioso, autopistas, atajos que en definitiva ahorran energía que a la postre queda disponible para ser usada en forma de potencia y velocidad, o lo que es más importante, en forma de atención a las mil y una variables y situaciones que puede provocar nuestro oponente.
La práctica continuada con los ojos cerrados dará alas a tu técnica, la hará más eficiente y, sobre todo, sobria. El combate es una situación siempre entrópica donde el que ahorra más termina venciendo, pues el que resiste vence.
2. "No tensión, no obstrucción"
Los procesos de aprendizaje suponen siempre un gran desgaste y esfuerzo. Esto suele ocurrir en la medida que al no saber que paquetes musculares hay que utilizar termina uno tensándolos todos. La Maestría siempre se mide por la fluidez en la ejecución, por la "complicada sencillez", la eficaz naturalidad del practicante.
Si de entrada anulas la tensión estarás ahorrando un montón de energía y probablemente de lesiones. Tomemos por caso una técnica elemental como la patada frontal, en la primera parte de la técnica uno debe utilizar los paquetes musculares de la parte delantera de las piernas, cuadriceps. Toda tensión en este momento en sus antagonistas, ilíacos, entorpecerá su acción, sólo en el momento de completa extensión éstos deben tensarse. Al practicar aplicándonos en utilizar los niveles mínimos de tensión indispensables para mover nuestra extremidad, ralentizaremos los movimientos; esto dará ocasión al cerebro para comprender toda una serie de implicaciones del resto del cuerpo en el proceso. Si además lo hacemos con los ojos cerrados el aprovechamiento será múltiple, "sentiremos" como nuestro peso se desplaza sobre la pierna de apoyo, como la cadera asciende, como el tronco contrapesa nuestra acción (de otro modo caeríamos al suelo), como se estiran los músculos de los pies. Así pues enfócate en no tensar.
Como en casi todo en la vida nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. Cuando nos enfocamos en no tensar dejamos de interferir negativamente, ahorramos energía y descubrimos, sin gran esfuerzo, aquello que tardaremos mucho más por otras vías.
Al contrario del viejo proverbio de los culturistas "no pain, no gain" ("sin dolor no hay ganancia") el artista marcial debería decir "no tensión, no obstrucción".
3. Entrena las técnicas en posiciones diversas
¿Por qué aprender de pie a golpear con el puño, si lo puedes hacer sentado?
Durante el proceso de aprendizaje el principio de "divide y vencerás" es, sin duda, una de las estrategias esenciales.
Cuando entrenamos una técnica en una posición distinta en la que luego vamos a utilizarla, damos una ocasión al computador central a que concentre su atención en una sola parte de las fases de ejecución. Yo comprendo que uno se puede sentir más o menos ridículo pateando tumbado en el suelo, en cuclillas, o agarrado a la pared, pero en cada una de estas posiciones estamos aislando los principales músculos que intervendrán en la técnica cuando la apliquemos en pie.
Al hacerlo podemos concentrarnos mucho más adecuadamente en lograr una correcta aplicación del punto 2 de este artículo, convirtiéndonos en verdaderos avaros con nuestra energía. Generalmente uno descubre entonces lo inútil que es tensar grupos musculares que en el fondo sólo actúan accesoriamente en la ejecución de las técnicas modulando su ejecución, en lugar de realmente intervenir directamente en ella; grupos que el neófito tensa inadecuadamente lo cual le resta velocidad y, en consecuencia, potencia.
Lo mismo es cierto cuando al ponernos en situación distinta a la habitual cuestionamos el equilibrio de un modo distinto almacenando datos que nos permitirán valorar y gestionar mucho mejor los movimientos compensatorios que cada técnica implica en las áreas que no se comprometen directamente en la ejecución de cada técnica.
Romper las rutinas en el entrenamiento abre siempre perspectivas nuevas, conscientes o inconscientes, que nos permitirán acelerar el aprendizaje.
4. ¡El mundo "alverrés"!
Siguiendo esta clave poderosa ya enunciada de romper con las rutinas, te propongo poner el mundo al revés. Haz de los ataques, defensas y de las defensas, ataques. Haz arriba de tu oponente lo mismo que haces abajo, cambia tu derecha por tu izquierda, tu izquierda por tu derecha. ¡Pon el mundo patas arriba!
Cuando uno practica una técnica de defensa como ataque o al contrario, está explorando la "cara oculta" de la misma, cerrando el círculo en la mente apostando por la versatilidad. Las técnicas rápidas ejecutadas lentamente, las lentas rápidamente, haz de lo circular rectilíneo y de lo recto, circular; el rosario de opciones es casi infinito para hacer de la paradoja tu aliado.
Ver las cosas desde ángulos distintos ofrece al cerebro una ocasión para reconsiderar y afirmarse en lo aprendido, dimensiona tus habilidades y genera un apoyo firme para ser creativo. Si tus combinaciones favoritas empiezan con brazos, para terminar con piernas, hazlo al contrario, si primero intentas proyectar hacia delante para luego aprovecharte de la energía defensiva del oponente hacia atrás intenta la combinación opuesta; lo menos que ocurrirá es que descubrirás porqué esas y no otras son tus favoritas y a lo mejor hasta te sorprendes sorprendiendo a tus compañeros con una vena creativa que te hace desconcertante en el combate.
ca cada cosa en el combate
"La teoría se ve en la práctica" reza el antiguo proverbio. Una técnica que no se contrasta en el combate, como el cuchillo que no se usa, nunca se afila.
Las técnicas mejores son aquellas que surgen como resultado de la presión que ejerce la habilidad de un compañero de entrenamiento. Cuando uno se harta de que le entre siempre una combinación debe comenzar a visualizar el conjunto de acciones que la neutralizará, entrenarlo primero solo, después en compañía y por fin aplicarlo con nuestro desafiante compañero para aprender si funciona o no.
En tal proceso la depuración técnica alcanza sus mayores cotas de excelencia, la realidad siempre es la más dura prueba con la que contrastarnos y la Maestría siempre deviene del roce continuo con ella. Sus argumentos siempre son incontestables, la naturaleza, la realidad última, es el único Maestro que nunca se equivoca, por ello siempre ha sido fuente de inspiración para los budokas en todas las latitudes. Atacar con el poder de una ola rompiendo en la playa, golpear como un rayo, moverse como un felino, estirarse como una grulla, deslizarse como una nube, envolver al contrario como una ráfaga de viento, estrangularle como una boa constrictor… los ejemplos son bien conocidos pero penetrar en su misterio sólo conoce un camino: Entrenar, entrenar y entrenar… y después… entrenar; así pues, ¡buen entrenamiento!
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